VOLVER. (Una carta a Jesús Castellanos)

6 de septiembre de 2018

Pasó el verano y llegó septiembre, todavía verano en el calendario, pero una estación intermedia en nuestra mente. Septiembre recuerda a muchas cosas; como a aquellos días de playa en familia, con folletos comerciales de la vuelta al cole; recuerda el volver a las tareas, a las casas, a la gente. Septiembre también me recuerda a esos últimos días que tuvimos la oportunidad de tenerte cerca, porque en septiembre te marchabas. Qué suerte los que tuvimos la oportunidad de compartir momentos contigo. Esta perspectiva de los años, en vez de alejar, te acerca y te vincula más a las cosas que, en el momento que sucedían en tu vida, tenían sentido. En mi entorno, en mi gente, tu presencia tenía sentido. De pocas cosas me podría sentir más orgulloso que de “heredar” un amigo de mi padre. Porque esa continuidad en el tiempo, significa mucho más; es coger el testigo de unos valores, de una forma de ver la vida. Tiene sentido que yo pueda ser amigo de un amigo de mi padre, puesto que mi padre siempre será mi primera, mi mejor biblioteca. Cómo no disfrutar con uno de sus libros.

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Pues Jesús, no sé cómo andará el cielo, pero nuestra tierra anda un poco perdida. Después de un año hiperconectado, suelo aprovechar el verano para alejarme un poco del ruido, y disfrutar de otras cosas. Pero uno siempre le echa un ojo a las redes, puedes no participar, pero leer sí que leo. Y esta distancia, la que se toma uno en las redes, en vez de acercarte y vincularte, es la que te aleja. Y cada vez lo noto más. ¿Por qué las redes destilan tanto odio? Igual es porque es un reflejo de la sociedad. La polarización que vivimos hace que la convivencia en las redes se antoje bastante peligrosa. O conmigo o contra mí. Me parece a mí que hay muchos más intolerantes, que tolerantes. De todos los colores y de todas las creencias.

Ahora resulta que para apoyar una causa, para vincularte a ella, tienes que escribir mensajes en las redes. Punto. Cuando tú estabas, las cosas eran diferentes. El ejemplo se daba con las manos manchadas de trabajo, con el tiempo empleado en construir, con los dones recibidos puestos al servicio del otro. Ahora no. Ahora debes poner tweets. Además sobre todos los temas. Y si no lo haces, dicen que no te duele Málaga. Que no te preocupa. Que te da igual. Este verano ha tocado el Recorrido Oficial y la Feria. En breve Halloween. Y más tarde, la cabalgata. Pero no se te debe haber olvidado hablar de La Vuelta. O el Málaga. Tienes que posicionarte con todo, es obligatorio. Aunque no vayas a misa, debes criticar que un partido político quiera eliminarla de la parrilla televisiva, aunque sea mentira. Pero debes insultar a alguien por ello. Debe quedar claro de qué parte estás, aunque no lo representes con tu vida y tu obra. Solo importa que el mensaje quede escrito. Y con un poquito de odio también.

Las cofradías también andan revueltas, y no solo por las nuevas vueltas que tienen que dar en la calle. Ahora hay dos partidos políticos nuevos. Uno está liderado por un señor que no es de Málaga ni conoce nuestra ciudad, y decidió al plantarse aquí regalar medio millón de euros del dinero de todos para que algunas cofradías puedan pagar aquello que les plazca, porque eso le dará muchos votos. Por contra, el otro, decidió que para seguir con este mundo polarizado hasta la médula, lo más importante era dedicarse a sacar un informe sobre los privilegios de las cofradías en Málaga, porque también le dará muchos votos. Los dos nuevos. Los dos opuestos. Los dos extremistas. Dos decisiones absurdas. Y digo absurdas porque las cofradías tienen la posibilidad de generar sus propios recursos y siempre ha sido así, no tiene que venir nadie de fuera a regalarles nada; y por el otro lado, tratar de sacar las cofradías de nuestra realidad, con sus edificios, tradiciones, uso de la vía pública, cuando llevan 500 años entre nosotros, y son tradicionalmente aceptadas por la ciudadanía, es crear un problema donde no lo hay, y eso es absurdo. El más fiel reflejo de esta sociedad. O estás conmigo, o estás contra mí. Igual antes también era así, pero yo no me daba cuenta.

Por suerte, las personas bonitas que quedan, ahora brillan más, tampoco es muy difícil, entre tanta mediocridad. Mientras nuestros partidos políticos se culpan unos a otros de la realidad de los Asperones, Patxi Fano sigue trabajando allí, en silencio, todos los días de su vida. Sigue regalándonos dibujos como este, pero no sale en los medios.

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Desgraciadamente los dibujos no sacan a las familias de la droga, ni a los niños de las calles, ni llena los estómagos. Allí siempre están sufriendo, siempre abandonados, siempre malviviendo. Cambiar aquello sólo lo pueden hacer los dirigentes públicos, pero están ocupados con otras cosas.

Eso era solo un ejemplo. Hay muchas personas bonitas, y siguen sucediendo cosas entrañables en la vida. Mi padre sigue reuniéndose con tus compañeros de clase, que también son familia y casa de acogida. Siguen reencontrándose, abrazándose. Siguen faltando algunos. Pero lo más importante, es que siguen recordándose. Esto tampoco cambia: Federer sigue llegando a bolas como esta:

Yo sigo igual, tratando de encontrar mi sitio, algo que estoy convencido de que ocurrirá. Pozo sigue estando siempre, y Leiva sigue viniendo al gimnasio, vamos, todo como siempre. El resto de amigos siguen bien. Y Coco, también. Seguimos hablando de lo que más nos gusta, la Semana Santa, verdaderamente no se puede pedir más. Sigue habiendo personas especiales en el mundo que frecuentabas, Miguel Vargas y Cari siguen haciendo que el mundo sea un lugar más agradable porque existen. Sigo sintiendo eso en el estómago cuando voy a conocer a mis alumnos. He descubierto el amor de tío a sobrina. Es indescriptible ver cómo nace un vínculo de este tipo. Es indescriptible, de verdad.

 

Nos vemos en septiembre.

Volver.

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